jueves, 16 de enero de 2014

De Polonaura a Nuwara Eliya e Hikkaduwa


 Han pasado 15 días desde que llegué y mi percepción del país no ha cambiado mucho.

Salimos de polodnaura al día siguiente de llegar, asqueados por la cantidad de mosquitos que había. Salimos relativamente pronto por la mañana, 8.30 y nos dirigimos a Nuwara Eliya. Había un autobús que iba directo pero lo perdimos por 20 minutos. Cogimos un autobús … de los de aquí, de esos de cuando la guerra. Debíamos llegar a eso de las 12 si no recuerdo mal. Ibamos con nuestros mochilones encima con la puerta abierta de la parte trasera del autobús. El aire no paraba de darme directamente, no tuve mucho frío pero si que fui notando que algo no iba bien. Los contratiempos del viaje hicieron que tuviéramos que bajarnos de ese autobús y esperar otro. Pero nos equivocamos y cogimos el primero que pasó. Resultó ser de recorridos cortos y hacia paradas casa 200 mts y encima coincidió con la salida de los colegios. Había cientos de miles de millones de niños en las calles, todos vestidos de blanco. Aquí no tienen ningún problema ni de natalidad ni de jubilación seguro. Pero no quiero imaginarme dentro de una generación donde van a colocarse todas estas criaturitas, no solo a nivel laboral, que me preocupa menos porque esto está en plena reconstrucción. El problema que veo es la cantidad de selva virgen que van a tener que arrasar para poder hacer construir sus casitas. En fin, nosotros hicimos lo mismo.






Como os iba contando, resulta que estuvimos obligados a cambiar de nuevo de autobús ( sino no llegábamos a Kandy ni en un millon de años) en un pueblo bastante musulman. Hubo suerte y el que cogimos no hacía muchas paradas y pudimos recorrer los últimos 20kms en una hora. Esta viene a ser más o menos la media tanto si vas en autobús como si vas en tren.
Cuando llegamos a Kandy supimos que no había más trenes hacia Nuwara Eliya hasta el día siguiente así que decidimos coger un minivan. En ese momento yo ya tendría que tener algo de fiebre. Así que cuando nos dijeron 2000 rps acepté sin pensar. Quería salir de esa estación putrefacta donde nos sirvieron un rice and curry en el que te encontrabas cositas duras raras en la boca las cuales no teníamos mucha intención de saber que era. Solo buscábamos calorías para continuar el viaje.
Menos mal que cuando nos dieron el ticket del minivan nos dimos cuenta de que el precio eran 220 por cabeza. Animalicos!!! Nos querían volver a timar, pero eso sí, dándonos junto con el ticket el precio real. Pues yo no soy tonto!!! Se lo dijimos y el tío tan normal nos devolvió el dinero.
Despertar en Nuwara Eliya
60 kms nos separaban de Nuwara Eliya. Hechad cuentas, a 20kms de media por hora, eso supuso llegar 3 horas después. Recorrimos esta distancia con el aire acondicionado atope, un recorrido tortuoso de subida por la montaña de paisajes espectaculares de selva y de campos de té con el plus de descargas de adrenalina cada vez que veiamos al piloto adelantar por raya continua.
Pateo campos de té
Llegamos por fin, y nos dispusimos a buscar alojamiento. Como buen turista, vamos muy seguros con nuestra guía del viajero, en donde no hay ni un solo teléfono al que puedas llamar para reservar alojamiento (para evitar quedarte tirado sin habitación una vez llegado al destino) porque ninguno viene con el prefijo del lugar. Vete a preguntar por aquí y explícales que necesitas el prefijo de esa o aquella zona.
Así que nos arriesgamos y nos fuimos a una guesthouse que daban alojamiento por un precio asequible. El sitio era espectacular, una casita de maderita, con su chimenea, con su cristalera y sus plantitas tipo parque jurásico alrededor. Evidentemente eso no costaría lo que ponía en la guía ni es sueños. Y es que nuestra guía es de 2012, pero da la impresión de que quienes la escribieron quisieron terminar pronto con el viaje y dejar las cosas a mitad. La calidad en cuanto a uso práctico y veracidad de la guía de la Lonely Planet de Tailandia comparado con la de Sri Lanka está a años luz.
Voy a dejar de escribir porque hay tormentón por aquí y me da miedo que por estos lares no haya un pararrayos y me coma alguno de ellos.
Me iba a disponer a arreglar mi tabla de surf pero me falta el papel de lija y un buen cutter. Así que me arriesgaré con la tormenta y seguiré escribiendo porque aún me quedan por contar muchos días por aquí.
Volviendo a la búsqueda de la guesthouse, nuestras predicciones fueron correctas, y dormir ahí  no costaba la noche 1500 sino 3500 rps, y encima no había sitio. Menos mal que aquí todo el mundo es familia y todo el mundo se conoce porque el chico de esta guesthouse nos consiguió una habitación en otro sitio, que pertenecía a un familiar, por 3000 la noche en una habitación con vistas a una tapia… muy bonita.
En cuando depositamos las cosas me miré la temperatura la cual ascendía a 38.2C gracias a la puerta abierta del autobús y al aire acondicionado del minivan de ese día, así que la tapia tampoco me importó mucho ya que no veía dos palmos por delante de mis narices. Menos mal que en esta habitación había dos mandas gordas gordas como las de casa porque estaba muerta de frio.
Os preguntareis cómo es posible que en una guesthouse en sri Lanka haya no una manta sino dos. Aquí en las zonas montañosas por la noche desciende mucho la temperatura hasta el punto de tener que ponerse sudadera y zapatillas.
A la mañana siguiente pudimos ver (y no a través de la tapia) que estábamos en un sitio espectacular en medio de las montañas rodeados de plantaciones de té. Vease la foto. Nuwara Eliya merece la pena pese a su mal acceso.
Autobuses Cingaleses
Cogí mi fiebre de mochila y fuimos a hacer un treikking por esos campos. El paseo mereció la pena pero no tenia papel para los moquetes. No tuve más opción que quitármelos con las hojas del té que arrancaba de las plantas. No tiene desperdicio acabar haciendo esto porque además luego te deja el olor agradable del té.
Y todos queremos una foto típica de aquí porque queda muy bien en nuestro álbum de fotos, las mujeres recogiendo las hojas de té una por una. Algunas se aprovechan de ello y en cuanto te acercas cámara en mano te piden dinero para sacarlas recolectando las su so dichas hojas.
 
 
 
 
Aquí no se rompen la cabeza con la basura, viven felices en su ignorancia. Bien por ellos. No tienen problema a la hora de quemar los residuos en el patio de su casa como está pasando ahora. Ecológicamente hay mucho trabajo que hacer por aquí.
A primera hora del día siguiente nos fuimos de Nuwara Eliya ya que sabíamos que nos deparaba un largo viaje hasta el sur, pasando por Colombo hasta la playa. A las 8.20 salía el bus a una velocidad insospechada montaña hacia abajo, poniendo en nuestro conocimiento cada una de las curvas del camino, sin dejarnos dormir por apretar el culete en cada una de ellas para no invadir el asiento de al lado o acabar en el asiento de delante. El resultado fueron 3 horas de vómitos para Jorge y dos de recuperación hasta llegar a Colombo. 5 horas para 120 km, todo un record.
Estación de tren de Colombo
 








Al llegar a Colombo preguntamos a un tuc tuc que cuanto quedaba para la estación de tren y el muy cabrón nos dijo dos kilómetros cuando en realidad estábamos a 500 mts. Estoy hasta la polla de este puto país de timadores.
Dos horas de tren en segunda clase, sin sentarnos porque no había sitio a 30 C no hizo de este  el mejor de los viajes, especialmente cuando aún vas arrastrando la fiebre por un catarro.
Pero al fin llegamos. Y llegamos a Hikkadduwa, un pueblo tomado por los guiris de actitudes altaneras y con aires de superioridad que se mueven por tierras extranjeras como si eso les perteneciera. No me extraña que los locales nos traten tan mal cuando ven que los extranjeros se tiran un mes por aquí y son incapaces de decir hola en cingales. Ahora entiendo que cuando les dices 4 chorradas les cambia la expresión de la cara.
Estoy escribiendo y por aquí no para de llover.
Nos alojamos en una guesthouse, cuyo negocio estaba compartido por un alemán y un local. Se habló el precio, 2000 rps por noche. Era una guesthouse de mariguaneros flipaos que tenían frigorífico y hervidor común. Esto nos permitió tomar por fin un buen café mañanero aunque fuera en polvo. Pero después de 6 dias ahí a la hora de pagar, nos pidieron 4000 por noche. Los alemanes teatreros nos joden hasta fuera de nuestro país. Al final después de un buen disgusto accedimos a pagar un precio medio.
Los días en Hikkaduwa transcurrieron muy agradables, con desayunito rico con tostadas, bañito de surf, comida en un local familiar muy acogedor. La comida estaba realmente rica ahí y a buen precio. Luego con el calor demoledor time siest y luego vuelta al agua.
El día que llegamos por la tarde fuimos a la playa a darnos un paseo y pudimos ver Jorge y yo un grupete de tortuguitas de no más de 15 cms conseguir su primer reto en la vida, llegar hasta el mar. Fue genial verlas, aleteando súper torpes por la arena hasta que una ola acercaba el agua hasta ellas. Entonces de forma instintiva olian la olían y aceleraban la marcha para con la siguiente ola dejarse arrastrar hasta el mar. No hay fotos que documenten este acontecimiento. Es una pena.
Estos días surfeando de vez en cuando se podían ver las cabezas de las tortugas aparecer a pocos metros delante. Jorge dice que las ha visto enteras al lado de su tabla. Y en las rocas abajo mientras esperas la ola se pueden ver peces parecidos a los ballesta, de color azul y de buen tamaño.
Soy un poco perra y aun no he sacado las gafas de bucear. Pero es que desde que llegue estoy muy cansada y el poco tiempo que no estoy surfeando lo dedico a descansar. Con todo y con eso y después de la fiebre me ha salido una calentura en la cara que da pánico. Durante 3 dias me saludaba todas las mañanas al despertar.
Aun sigue lloviendo por aquí.
Hoy estoy en Midigama, no Mirigama. Esta mañana dije por error Mirigama y por poco no me cojo el tren dirección al norte infernal, hacia Colombo de nuevo.
Jorge se marchó ayer y yo me he venido a una guesthouse que parece muy familiar en este pueblo que parece muy tranquilo. Aunque el que sea tranquilo no significa que cuando te ven los conductores de los tuc tuc no te griten Tuc Tuc, Tuc Tuc, como si nombrándolo de repente fueras a tener la necesidad de coger uno de ellos. Mira que son pesados, cuando quiera un endemoniado tuc tuc lo llamaré sencillamente o no?
Por cierto, sabeis esas ardillas tan pequeñas y monas que os venden en las pajarerías? Aquí está plagado de ellas. También hay murciélagos inmensos o a lo mejor son batmóviles. La verdad es que acojonan. Acostumbrada a nuestras ratillas voladoras, la primera vez que vi uno, que fue la noche de mi llegada a Colombo aluciné. Con las alas abiertas miden fácil 60 cms, y se puede apreciar todo el contorno de la membrana. Son auténticos vampiros aunque suerte para nosotros son fructívoros.

Basta por hoy. Voy a ver si puedo conectarme a la wifi y enviar esto.

Bss a todos por ahí.

viernes, 10 de enero de 2014

Entre Kandy y Sigiriya haciendome a los habitantes


De camino a Kandy













Recapitulemos. El último día nos quedamos en Kandi, luego ya han pasado dos días desde entonces.
Kandi es un pueblo que aunque sea de montaña parece una gran ciudad, bastante cultural y todas las edificaciones se encuentran integradas en el paisaje, todas rodeadas de vegetación. Este día podemos decir que dormimos en la mejor guesthouse hasta ahora, en ella nos pidieron una fianza de 500 rps, lo que vienen a ser 2.50 Euros. Más adelante seguiremos hablando sobre este tema.
 










La casita tenía una terracita que daba al río y a la mañana siguiente pudimos ver a las mujeres limpiando la ropa en él. Cuando lo ves parece una imagen muy idílica y romántica que nos evoca tiempos pasados. Pero cuando uno analiza bien lo que vé, resulta ser un montón de agua sucia que cae río abajo y que todo el mundo va reutilizando para dios sabe qué. Y es que mejor no pensarlo mucho porque resulta que ese río seguro que es el que vimos un poco turbio desde el tren el día anterior. Ayer pude ver como uno de los aldeanos que viviría junto a la vía del tren se estaba lavando en él.
Volvemos a lo de la fianza. Esa misma mañana cuando dejamos la habitación se despidieron de nosotros sin más y sin hacer amago de recordar de devolvernos la fianza. Está claro que ese dinero no me sacará de pobre pero con esta historia os quiero mostrar un poco el tipo de gente que vive por aquí. Bárcenas al lado de esta gente casi que parecería un santo. Entonces es cuando me acuerdo de cuál es la razón por la que salí de España y me cago en la leche… siento que haya metido la pata hasta el cuello.

 













 De Kandi subimos en autobuses de cuando la I guerra mundial (ma o meno) hasta Sigiyaa, una ciudad antigua cuya atracción turística es una roca de unos 200 mts de alto.
El autobús despacito despacito fué llegando a su destino. Me río de la línea 10 que va a Principe Pio a las 8 de la mañana.
Por fin llegamos a una guesthouse muy mona, en construcción. Tenían una habitación lista y 4 más en proyecto. Este lugar será espectacular cuando lo terminen. Se encuentra situado junto a unos campos de trigo que se pueden ver a través de unos troncos de palmeras inmensas. Al atardecer los monos van a comer a un árbol que hay a 10 metros de la habitación donde nos alojamos. Es todo un espectáculo.
Nos fuimos a cenar y paramos en el primer sitio que pillamos. El hombre que nos atendió tenía muchas ganas de conversar y mientras que yo degustaba la primera comida decente desde que llegué ( noodles con sus salsas estupendas) él se dedicaba a mirarnos inquieto esperando la ocasión para entablar conversación. Así que empezamos a hablar y acabó por darme el teléfono de su sobrino que trabaja en el restaurante de un gran hotel en Golg, una ciudad del sur. Aparentemente yá tengo mi primer contacto. El hombre resultó ser una persona encantadora y por fín me sentí a gusto en este lugar.

Hoy fuimos a visitar los restos de la ciudad de Sigiya sobre la gran piedra, que por cierto no creo que se pueda escalar muy bien. Hoy hacia mucha humedad, de hecho llovió y con la temperatura se hacía poco agradable el tacto con la piedra. En jerga de escalador esto vendría a describirse como que “la piedra babeaba”.



La cuidad es curiosa, con unos accesos acondicionados para los turistas pero que según se puede apreciar en la roca, los antiguos agarres y escaleras de la roca tallados en ella harían de cualquier habitante de esa ciudad un auténtico escalador.
Y desde arriba las vistas son increíbles. Miles de kilómetros de tierras cubiertas por miles de árboles tropicales.






                      Elefante hasta las pelotas de dar paseitos a los guiris que               se  tambalean arriba con cara de babuinos. 
         
                                  



La sorpresa vino por la tarde. Jorge y yo estábamos ilusionados porque íbamos a visitar un safari. El dueño de la guesthouse donde estábamos alojados nos lo vendió muy bien y a buen precio (aparentemente) y por eso nos animamos. Recorrimos en camioneta 45 min por carreteras en medio de la selva para acabar en la puerta del safari rechazando comprar los tickets de entrada que el chico “se olvidó” comentarnos que teníamos que pagar por entrar, aparte de lo que ya pagamos. Empiezo a pensar que la mayoría de los habitantes de por aquí van un poco de ese palo y estoy hasta las narices.
El guía del safari al que no entramos al sentirse un poco mal por lo ocurrido nos llevó a otra reserva donde no era necesaria la compra de ninguna entrada. La fotografía de la izquierda (con el mayor zoom que teníamos) documenta lo que vimos.

Hemos acabado finalmente en el pueblo de Polonnawura, perdido de la mano de dios con más mosquitos que habitantes en china, parecen porta aviones. Además creo que por aquí el dengue es un poco frecuente. En este pueblo de mala muerte aún tienen la cara de presentarnos un menú en ingles con los correspondientes precios para turistas. Y pasa igual con todo, tanto en las ruinas de Sirigilya como en el safari, tenemos derecho a precios diferentes. No me extraña nada que este país esté en alza ya que los raudales de billetes que entran aquí por los extranjeros son incontables. Hemos podido ver por todas las carreteras unas casitas preciosas en el campo con sus colores, plantitas y gallinitas que a más de uno nos gustaría tener ahí en españa. Aqui la población no parece que pasen calamidades como en nuestra españa de hoy (me cuesta escribir por el momento españa con mayuscula, no se lo merece).
En fin, es todo por hoy. Espero poder contar mas agradables la próxima vez.



sábado, 4 de enero de 2014

La ansiada llegada!!!



Bueno…esto no es ni de lejos lo que esperaba.


La llegada a Sri Lanka fue una aparente dosis de tranquilidad en mi viaje. Cuando el avión aterrizó tuve la sensación de que esta era la tierra donde quería estar. El ambiente colonial que desprendía el paisaje era sobrecogedor. Era como lo había imaginado, grandes palmeras, grandes extensiones de agua y tierras verdes hasta perderse la vista. La sensación de humedad según bajé del avión fue menor que la que sentí al llegar a Tailandia 5 años atrás.

En este punto haré un inciso, es cierto que las comparaciones son odiosas, pero desde que llegué no he parado de hacerlo y no podré evitarlo.

La temperatura era muy agradable, calor. Los 30 grados a los que estaba sometida diariamente cuando trabajaba de piscinera han creado en mí una adaptación fisiológica en todos estos años que ahora lo agradezco, y me hace sentir como en casa.

Esta impresión inicial, tan bonita e idilíca no duró mucho, solo el tiempo de llegar a Colombo, la capital. Lo único que me gustó fue reencontrarme con Jorge, el resto un desastre. Hasta que no salí de Colombo, no empecé a comer. Qué horror de ciudad, de gente, de agobio, de sucio y de todo. No vuelvo a poner un pié en tan odioso sitio más que por obligación como parada de tránsito.

Al día siguiente de llegar fuí a un banco y fué como viajar de repente 100 años atrás. No habían quitado ni el interruptor antiguo de la luz, de hecho podría aventurarme a decir, que eso es exactamente lo que han hecho en esa ciudad; conservar todo tal y como estaba durante la colonización pero claro, sin mantenimiento.

Menos mal que salimos ese día a Kandi. No tengo fotos de la estación de Colombo, pero es como si estuviera en el plató de una de esas películas del colonialismo que tantas veces nos hemos chupado un sábado o domingo por la tarde cuando éramos canis (yo por lo menos).

Como decía, ayer día 2 cogimos un tren dirección Kandi. Kandi es una ciudad situada hacia el interior de la isla, en una zona de montañosa. El viaje fue espectacular. Imaginaos ahora la típica foto cogida desde un tren en la india con la gente asomándose por las ventanas y el verde rodeando la vía, pues eso era lo que veía. Desde ahí, desde lo alto, se veía la inmensidad del paisaje con sus bosques tropicales en todo su esplendor. Nada que ver con los paisajes tailandeses modelados por la explotación de los terrenos para el cultivo de palmera para la extracción del aceite. Esto era…sencillamente lo que llevo deseando ver desde hace décadas. Sobre todo el verde, a lo lejos se veían pinceladas de color naranja de las flores de unos árboles que desconozco pero que son espectaculares.
Siento no contar mas por hoy. Los mosquitos me están acribillando Estoy en la terracita de una gueshouse en sigiriya oyendo el ruido de las gotas de lluvia al caer.
Besos a todos