jueves, 13 de febrero de 2014

Buenos días desde el paraiso!!!



Bueno, se que desde que he llegado me he mantenido una actitud muy crítica de cara al país y a su idiosincrasia pero no es todo tan malo.
A parte de las pulgas de cama… (que si que creo que tengo), las hormigas, y mis inquilinos todo va bien.
La pasada noche tuve que solicitar de urgencia ayuda al Jey (el hombre que mantiene la guesthouse) dos veces:
La primera vez fue porque encontré una mancha negra delante de la puerta de mi habitación. Eran termitas, cientos de ellas, miles. Aquí la madera no tiene una larga vida que se diga, está todo hueco. Jew el cazador con una esterilla de los pies las agitó un poco y problema resuelto, volvieron todas a su sitio, esto es debajo de los tablones del suelo de mi habitación.
Cuando llegué a la habitación cohabitaba con 2 salamandras y una cucaracha. Las salamandras me en cantan, no así las cuquis (como las llama mi hermana). Pero me da penita matarlas. Son tan grandes que parecen perros, y cuando las aplastas casi que puedes ver su cara de angustia, pena y dolor. Casi que las oyes gritar, y seguro que lo hacen.
Así que la segunda vez que tuve que llamar a Jey fue porque cuando volví para lavarme los dientes, precipitadamente de debajo de la estantería salió una cucaracha con aspecto amenazador. En las patas tenía tales garfios que parecía lobezno, y en sus ojos había una mirada intimidatoria. Jey tuvo que volver para invitar a dicho espécimen a abandonar la habitación ya que estaba ya reservada.
Llevo días ya aquí instalada, y mis compañeros de habitación me despiertan por la noche al correterar por la madera.
Este país está lleno de vida, por el momento.
Por las mañanas cuando me levanto a las 6, lo primero que hago es abrir la puerta de mi habitación y hacer Gimnasia Hipopresiva. Es entonces cuando empiezo a ver un auténtico espectáculo.
A lo lejos del jardín veo pasearse arriba y abajo las mangustas. Las petardas aún no me han dejado sacarles una foto.
Sudu, una de las cocineras de la guesthouse también se levanta pronto y la veo llevar el cazo de comida de la gata que le sigue con impaciencia. Cuando se marchan de ahí, las ardillas bajan del cocotero para robar los restos de comida. Las ardillas que hay aquí son las que por desgracia encontramos muchas veces en la pajarería en una jaula de 20 cm. Aquí corretean por todos los lados. Se las ve saltar de un árbol a otro y cuando hay un peligro cercano comienzan a hacer un extraño ruido que al final, después de media hora, te dan ganas de matarlas.
Respecto a los pájaros, pues es que hay cientos de variedades. Así que mi media hora de Hipopresivos se me hace muy amena.
Otros días por el jardín aparecen monos deslizándose por el tronco de los cocoteros y saltando de un árbol a otro.
Este país está lleno de vida, de momento.
Mientras que hacemos surf es raro el día que no vemos la cabeza de una tortuga aparecer por encima del agua y desaparecer tras una ola, o incluso las surfean. Cuando es así, se ve la silueta dibujada en la pared de la ola. Algunas se dejan seguir un poco, a tan solo unos pocos metros.
Otras veces la vida que hay aquí tampoco hace mucha gracia. El mayor peligro para los surfistas por aquí son las bacterias del coral. Las olas que se levantan en las cosas por aquí por Midigama (el pueblo donde me he instalado) son olas de Rif, lo que significa que la onda del mar choca contra las formaciones coralinas y hace levantar la ola. El problema es que muchas veces cuando te caes puedes tener la mala fortuna de poner un pié sobre ello y abrirte heridas.
Entonces por mucho que intentas desinfectártelo aquello empieza a hacer daño, infectarse e hincharse.

Menos mal que aquí la familia Subodinee nos cuida como si fuéramos sus hijos. Jey, El cazador, entonces cambia el fusil por el conocimiento Ayurvédico y nos prepara emplastos de aloe vera con una masa amarilla que rodea con una hoja y te deja con ello toda la noche. Llevo ya una semana con el dedo gordo del pié amarillo aún por el emplasto y tengo otro sobre el pié ahora por otra herida que me hice anteayer. Esto empieza a resultar un poco cansino la verdad.

Siguiendo con el tema de los animales, acabo de recordar que un día entró un Balano de metro y medio en la casa. El pobre se metió en el cuarto de baño y estaba acojonao. Nadie se le acercó mucho. Un mordisco de este bicho tiene que ser mortal por la cantidad de bacterias que tiene que tener en la boca.
Una amiga se despertó con un ratón corriéndole entre los pies, un chico se encontró en la playa con una cobra… en fin, lo normal por aquí.

Un beso a todos desde el paraíso!!!

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